Jaume Aymar Ragolta
En el semanario La Vanguardia del pasado 7 de febrero hay un reportaje que lleva por título “Tanco els ulls i torno a l’Ebre”. Su protagonista es Joaquim Oller Viladrosa, superviviente de la “quinta del biberón” que el 20 de octubre cumplirá 96 años. Cuando lo movilizaron tenia 17 años y seis meses. El autor del reportaje, Domingo Marchena, después de la conversación con Oller, describe con viveza: “el silvido de la metralladora, el vuelo bajo de los aviones, el picor de los piojos, grandes como granos de arroz, y la escasez de comida y la sed angustiosa, eran tan poderosas que a veces se sobreponían, incluso al miedo omnipresente. Miedo a que te mataran o de haber matado, de morir de tifus, que te confundieran con un desertor, que te fusilaran por derrotista, después de haber desertado”.
Elisabet Juanola Sória
Luis tiene quince años y sale con la bicicleta a dar una vuelta por el pueblo, hay poco tránsito y se anima a pedalear por la carretera que divide la villa en dos. En una curva un camión lo adelanta, Luis pierde el equilibro y cae por un barranco, afortunadamente pequeño. El conductor del camión no se da cuenta de nada y sigue con su rutina. Luis solamente se quiebra un brazo, pero debe esperar a ser socorrido porque nadie ha visto el accidente. Este caso, real, sirve para reflexionar que muchas veces, ante situaciones de dolor, aun existiendo víctimas, quien ocasiona el daño no se da cuenta, no lo sabe, no es consciente de ello.
La justicia restaurativa busca una respuesta sistémica a situaciones de daño, procurando así la reparación y no el castigo. Se contrapone a la justicia punitiva y supone un cambio de mentalidad que invita a renunciar a la sed de represalias. “La justicia implica perdón, si no es venganza”, repetía a sus discípulos Julio Chana, abogado y académico chileno, quien fuera el primer decano fundador de la Escuela de Economía de la Universidad Católica de Chile.
Alfredo Rubio de Castarlenas
Un gran hombre tenía un hijo. No había escatimado ningún esfuerzo para que se pareciese a él. Este gran hombre, anhelaba tener nietos y deseaba que su hijo se casara con una mujer que conocían, de gran belleza, muy inteligente, sana, con exquisita educación y hasta muy elegante.
¡Qué nietos tan maravillosos podrían tener de este posible matrimonio!
Pero su hijo se dejó enamorar por una «mujer de la vida» y determinó casarse con ella.
Se dice que algunas personas mayores conservan resentimientos o rencores que bien les hacen sufrir. Este poema, tan hermoso y tan cristiano, es una guía para todos en esta tarea, tan noble y ennoblecedora que Cristo nos encomienda: «amad a los que os persiguen».
Perdonar es firmar
con sangre un cheque en blanco
y dejarlo sin trabas
encima de la mesa
al descansado alcance
de quien, habiéndose arrepentido,
anhele regresar ¡y venga!
a la mansión amiga.